El cobre acompaña al ser humano en el desarrollo de civilizaciones. Es la inspiración de artistas y constructores.
Es un metal precioso que fue usado en el pasado para forjar espadas y acuñar monedas. En la actualidad, y tal como lo fue antiguamente, se sigue buscando cobre dadas sus propiedades únicas. La gente que lo extrae y transforma se ve enfrentada cada día a los elementos de tierra, fuego, agua y aire.
Las personas usan sus conocimientos acumulados desde hace siglos y los transmiten a las siguientes generaciones de mineros y metalúrgicos. Hoy en día se sigue celebrando las tradiciones de estas profesiones, en cada lugar en que se sigue extrayendo tesoros desde las profundidades de la tierra. En torno a las plantas metalúrgicas y a los yacimientos mineros viven comunidades que crean y cuidan la "cultura del cobre".
Esto se expresa de diversos modos, ya que las riquezas extraídas desde la superficie ofrecen trabajo a miles de habitantes de la región.
Esta actividad minera permite apoyar a los necesitados, al arte, al deporte y a la educación. Desarrolla ciudades y pueblos. Atrae nuevos habitantes, trabajadores, creando nuevas comunidades. No es de extrañar que cuando se avecine el festival de diciembre, se entone el canto "Larga vida a los mineros".